2 sept 2009

Clases regulares


Los alumnos que llevan un tiempo ejercitando las técnicas de instrumentales & las subpersonalidades en la creación de personajes hacen un curso por cuatro semanas donde lo aprendido se aplica a escenas concretas en las que la búsqueda principal es la de la obligación emocional de la escena.

Encontrarse a uno mismo, o lo que uno tiene en común -o justamente en opuesto- en el personaje que se interpreta agrega profundidad y consistencia al trabajo personal volviéndolo único. Todos los seres humanos compartimos en esencia las mismas emociones sólo que provienen de diferentes fuentes. Esta universalidad emocional nos acerca a las experiencias de nuestros personajes pudiendo así trabajar desde lo real.

El escenario -o la pantalla- es como la tela del pintor. Allí el actor da vida a los personajes del autor. Encontrar la vida emocional del personaje -de eso se trata este trabajo específico del Sistema Morris- a través de la propia verdad personal se logra usando la individualidad de cada actor al expresarse.

Un escritor utiliza para expresarse la pluma, la computadora, el papel, la palabra... Un pintor juega con los colores, las texturas, las lineas, los pinceles... Un pianista conoce su instrumento, lee sus partituras, interpreta o crea acordes, juega con las teclas, da vida sobre el marfil blanco y negro de su teclado...

El actor en este sentido busca dentro de sí mismo las emociones que le permitan encarnar al personaje escrito por el autor de tal manera que resulte querible y creíble. Para ello hay que conocerse y estar disponible con facilidad al momento de dar vida a otro en escena.

De eso se trata el trabajo. En el momento exacto en que el telón se abre o el director grita "acción" si las emociones y sentimientos del actor no están disponibles no puede trabajar, en otras palabras, no sirve para encarnar otra realidad distinta a la suya.

Las emociones fingidas, fuera de la realidad del actor, pueden ser más o menos creíbles, pero corren vacías de sentido, emoción real y propósito. Esto empobrece el trabajo del actor, lo vuelve mecánico, sin gracia y causa un desinterés manifiesto en el público a quien le cuesta identificarse con el personaje y con la obra en su totalidad.

Tampoco se trata de actuar cada personaje como uno es en la vida real, ya que entonces el actor termina actuando de sí mismo todo el tiempo. Y no hay cambio alguno entre un personaje de una obra y otro. Todos conocemos actores que hagan lo que hagan siempre son ellos mismos.

La distinción en este tipo de trabajo es que lo que es del actor le pertenece, y en cambio al personaje uno le presta sus emociones o sentimientos distinguiendo en cada personaje que uno encarna la naturaleza que le es propia (y lo distingue del actor que le da vida), su particular sistema de creencias, su actitud frente a la vida, la forma de manifestarse en el mundo.

Eso trabajamos en los cursos regulares que este año se hacen los lunes para AVANZADOS DE LA TÉCNICA y los jueves para INICIADOS EN LA TÉCNICA. Independientemente de cuántos años lleven estudiando teatro, cine o actuando.

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